Pues bien, varios informes sobre encuentros con desconocidos tiburones de gigantesco tamaño y el hallazgo de algunos dientes que podrían ser menos antiguos de lo esperado, han hecho que muchos criptozoólogos se planteen una hipótesis fascinante: que en las profundidades del océano Pacífico exista un ser de pesadilla, auténtico monstruo de los abismos, un gigantesco tiburón de casi 17 m de largo y 30 toneladas de peso, que los paleontólogos suponen extinto desde hace más de un millón de años. El carcharocles megalodón, el pez carnívoro más grande que jamás hayan conocido los océanos de este planeta. A continuación emprenderemos un viaje a remotos mares a la búsqueda de historias sobre encuentros con esta extraordinaria criatura y conoceremos los argumentos que esgrimen algunos criptozoólogos para asegurar que es posible que una reducida población de megalodontes haya podido sobrevivir en las profundidades hasta nuestros días.
El celacanto
La mañana del 22 de diciembre de 1938 Marjorie Courtenay-Latimer, conservadora del Museo de East London, en la República de Sudáfrica, recibió una llamada telefónica procedente del puerto de la localidad: unos pescadores habían capturado en aguas próximas a la desembocadura del río Chalumna, un rarísimo pez que nadie conocía. Marjorie se dirigió rápidamente a los muelles y en un taxi trasladó al museo el extraño ejemplar que medía 1,5 m y pesaba más de 50 kg. Allí intentó identificar al animal buscándolo en los libros pero no lo consiguió. Entonces trató de localizar a J. L. B. Smith, un reputado especialista en peces de la Universidad de Rhodes, pero éste se encontraba de viaje por lo que tuvo que enviar el ejemplar a un taxidermista para que conservase su aspecto disecándolo. Finalmente cuando el 16 de febrero de 1939 Smith pudo ver el pez, no podía creerlo: se trataba de un celacanto, una especie que se consideraba extinta desde hacía ¡65 millones de años!
Smith lo llamó Latimeria chalumnae, haciendo referencia en el nombre genérico a la conservadora del museo de East London y aludiendo al río Chalumna cerca de cuya desembocadura se había capturado.
El profesor Smith colocó fotografías del pez por todos los puertos de la costa sureste de Sudáfrica con la esperanza de que una nueva captura diera sentido al inexplicable primer hallazgo y además le permitiera analizar a un ejemplar más “fresco”, con sus órganos internos intactos. Pero pasaban los años sin que tal evento se produjera. Entonces, en 1952, un capitán mercante obtuvo un nuevo ejemplar que acababa de ser capturado por un pescador en las islas Comores. Situadas en el océano Índico, entre Madagascar y Mozambique, estas islas quedan a 2.500 km de Sudáfrica y no había vuelos regulares. Smith se desplazó hasta allí con un avión de la fuerza aérea sudafricana tras convencer de la importancia científica del hecho al primer ministro de Sudáfrica. Gracias a esta rapidez en el transporte, Smith pudo realizar un análisis interno y confirmó a la comunidad científica la veracidad del increíble hallazgo. Desde entonces se han pescado otros muchos ejemplares e incluso han sido filmados vivos en su hábitat natural.
Debido a la ausencia de fósiles de estos peces en las rocas sedimentarias formadas después del cretáceo, los paleontólogos pensaban que el celacanto se había extinguido hacía unos 65 millones de años por lo que los científicos lo consideran como un auténtico fósil viviente, en el que la evolución se ha detenido.
El megamouth
Pero no ha sido el descubrimiento del celacanto el único que ha causado perplejidad en los biólogos marinos durante el pasado siglo XX. El 15 de noviembre de 1976, a 25 millas de la costa de Kaneohe, en Hawaii, fue capturado un enorme tiburón del que la ciencia ignoraba por completo su existencia. Se trataba de un rarísimo ejemplar de 4,5 metros de longitud cuyo aspecto hacía pensar en un pez muy primitivo. Su descripción científica como nueva especie fue publicada en 1983 por Taylor, Compagno y Struhsaker. Estos autores definieron en base a dicho ejemplar una nueva familia –Megachasmidae–, un nuevo género –Megachasma– y una nueva y única especie –M. pelagios– que es conocida popularmente como tiburón megamouth.
Se sabe muy poco de este tiburón, habiendo noticia de contadas capturas o avistamientos. En 1990 fue capturado vivo un ejemplar cerca de la superficie en Dana Point, en California. Se le instaló un sensor y fue puesto en libertad, lo que permitió conocer que durante los dos días siguientes se situó entre los 120 y los 160 metros de profundidad, subiendo por las noches hasta los -12 metros buscando el plancton que constituye su alimento.
El hecho de que semejante animal haya permanecido desapercibido hasta hace tan poco tiempo ha servido para reforzar la hipótesis de quienes creen en la supervivencia actual del megalodón. (continúa la información en ENIGMAS 179).
José Rafael Gómez
El celacanto
La mañana del 22 de diciembre de 1938 Marjorie Courtenay-Latimer, conservadora del Museo de East London, en la República de Sudáfrica, recibió una llamada telefónica procedente del puerto de la localidad: unos pescadores habían capturado en aguas próximas a la desembocadura del río Chalumna, un rarísimo pez que nadie conocía. Marjorie se dirigió rápidamente a los muelles y en un taxi trasladó al museo el extraño ejemplar que medía 1,5 m y pesaba más de 50 kg. Allí intentó identificar al animal buscándolo en los libros pero no lo consiguió. Entonces trató de localizar a J. L. B. Smith, un reputado especialista en peces de la Universidad de Rhodes, pero éste se encontraba de viaje por lo que tuvo que enviar el ejemplar a un taxidermista para que conservase su aspecto disecándolo. Finalmente cuando el 16 de febrero de 1939 Smith pudo ver el pez, no podía creerlo: se trataba de un celacanto, una especie que se consideraba extinta desde hacía ¡65 millones de años!
Smith lo llamó Latimeria chalumnae, haciendo referencia en el nombre genérico a la conservadora del museo de East London y aludiendo al río Chalumna cerca de cuya desembocadura se había capturado.
El profesor Smith colocó fotografías del pez por todos los puertos de la costa sureste de Sudáfrica con la esperanza de que una nueva captura diera sentido al inexplicable primer hallazgo y además le permitiera analizar a un ejemplar más “fresco”, con sus órganos internos intactos. Pero pasaban los años sin que tal evento se produjera. Entonces, en 1952, un capitán mercante obtuvo un nuevo ejemplar que acababa de ser capturado por un pescador en las islas Comores. Situadas en el océano Índico, entre Madagascar y Mozambique, estas islas quedan a 2.500 km de Sudáfrica y no había vuelos regulares. Smith se desplazó hasta allí con un avión de la fuerza aérea sudafricana tras convencer de la importancia científica del hecho al primer ministro de Sudáfrica. Gracias a esta rapidez en el transporte, Smith pudo realizar un análisis interno y confirmó a la comunidad científica la veracidad del increíble hallazgo. Desde entonces se han pescado otros muchos ejemplares e incluso han sido filmados vivos en su hábitat natural.
Debido a la ausencia de fósiles de estos peces en las rocas sedimentarias formadas después del cretáceo, los paleontólogos pensaban que el celacanto se había extinguido hacía unos 65 millones de años por lo que los científicos lo consideran como un auténtico fósil viviente, en el que la evolución se ha detenido.
El megamouth
Pero no ha sido el descubrimiento del celacanto el único que ha causado perplejidad en los biólogos marinos durante el pasado siglo XX. El 15 de noviembre de 1976, a 25 millas de la costa de Kaneohe, en Hawaii, fue capturado un enorme tiburón del que la ciencia ignoraba por completo su existencia. Se trataba de un rarísimo ejemplar de 4,5 metros de longitud cuyo aspecto hacía pensar en un pez muy primitivo. Su descripción científica como nueva especie fue publicada en 1983 por Taylor, Compagno y Struhsaker. Estos autores definieron en base a dicho ejemplar una nueva familia –Megachasmidae–, un nuevo género –Megachasma– y una nueva y única especie –M. pelagios– que es conocida popularmente como tiburón megamouth.
Se sabe muy poco de este tiburón, habiendo noticia de contadas capturas o avistamientos. En 1990 fue capturado vivo un ejemplar cerca de la superficie en Dana Point, en California. Se le instaló un sensor y fue puesto en libertad, lo que permitió conocer que durante los dos días siguientes se situó entre los 120 y los 160 metros de profundidad, subiendo por las noches hasta los -12 metros buscando el plancton que constituye su alimento.
El hecho de que semejante animal haya permanecido desapercibido hasta hace tan poco tiempo ha servido para reforzar la hipótesis de quienes creen en la supervivencia actual del megalodón. (continúa la información en ENIGMAS 179).
José Rafael Gómez
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